ESPECIAL: Los sueños centenarios de una familia sino-mexicana
  Spanish.xinhuanet.com | 2021-10-27 13:03:54

Tianjin, 27 oct (Xinhua) -- Hace cien años, un cantonés cuyo nombre se pronunciaba como "Lei Hui" partió del sur de China hacia el continente americano a bordo de un velero. Tras varios meses en el mar y arriesgando su propia vida, atravesó el Pacífico y llegó al puerto de Acapulco en México, ubicado a más de diez mil kilómetros de su pueblo natal.

Su nombre chino exacto ya no se conoce, pues al pisar tierras mexicanas recibió otro en español, Joaquín Ley, basado en la pronunciación de su onomástico original.

Sea por motivo de pagar deudas con mano de obra, sea para satisfacer necesidades básicas de la vida, Joaquín Ley echó raíces en una tierra extranjera y lejana en busca de una vida mejor, al final no pudo regresar a su patria, como la mayoría de los trabajadores chinos que eligieron buscar suerte en ultramar.

Casi un siglo después, un piloto mexicano llamado Miguel Ley despegaba y aterrizaba en aeropuertos de todo el mundo en aviones civiles. En 2012, voló a Tianjin, una municipalidad septentrional china, para solicitar empleo en una aerolínea local. Este lugar, que desconocía hasta entonces, terminaría convirtiéndose en su casa.

Miguel Ley es bisnieto de Joaquín Ley. El piloto mexicano nunca conoció a su bisabuelo y solo sabe que murió joven y llevaba una vida dura.

Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del siglo XX, un gran número de trabajadores chinos llegaron a México en busca de oportunidades laborales. La mayoría de ellos trabajaban en ferrocarriles, granjas y minas, o se ganaban la vida de lavanderos o con pequeños negocios de verduras y mercancías.

Muchos chinos esperaban ganar suficiente dinero para viajar de regreso a su patria, pero la mayoría se vieron obligados de quedarse debido a diversas dificultades, se casaron con lugareños y multiplicaron la descendencia. La experiencia de Joaquín es muy parecida.

Como la cuarta generación de la familia Ley, Miguel sintió una calidez y comodidad sin precedentes tan pronto llegó a China. Cuando arribó por primera vez al país en 2012, decidió rápidamente convertirse en capitán de Tianjin Airlines y se mudó a esta ciudad junto con su esposa y dos hijos. Aquí han vivido por 9 años.

Además de su sangre china, el rápido desarrollo de la industria de aviación civil, las buenas perspectivas de carrera e ingresos generosos y estables fueron los principales factores que facilitaron su decisión.

Como capitán de Tianjin Airlines, Miguel conducía aviones entre diferentes países y ocasionalmente con rumbo a México. No sabe en qué momento, pero cuando hablaba de viajar entre México y China, las palabras se convirtieron en "ir a México y regresar a China".

"Ahora, para nosotros, ir a México es tomar vacaciones y regresar a China significa volver a casa", asegura Miguel a Xinhua.

Después del brote de la pandemia de COVID-19, Miguel fue a México por un tiempo. Tras regresar a su trabajo, él y su familia solicitaron los visados lo antes posible. Cuando el oficial migratorio le preguntó qué iba a hacer en Tianjin, respondió: "regresar a casa".

En la actualidad, aunque el mundo todavía está sufriendo de la epidemia y las rutas aéreas internacionales se han reducido drásticamente, Miguel aún puede volar entre las principales ciudades en China manteniendo la pasión por su carrera e ingresos estables. Al mismo tiempo, ha tenido la oportunidad de conocer más sobre el país viajando entre diferentes ciudades chinas.

"Venir a China es la mejor decisión que hemos tomado en la vida", afirma Miguel, explicando que la promoción de un piloto depende mucho del desarrollo de las aerolíneas. En China, un piloto puede convertirse en capitán en menos tiempo porque el rápido crecimiento de toda la industria demanda más talentos.

En China, a medida que aumenten los ingresos de las personas y su disposición a viajar, la demanda de vuelos crece incesantemente. Asimismo, se están completando nuevas rutas, aeropuertos y pistas en varias ciudades.

También se han desarrollado aviones civiles chinos de diseño propio. Todo el progreso de la aviación civil de China ha inyectado más confianza en el desarrollo futuro de Miguel.

"Todo eso es un avance bastante grande y estoy contento de poder participar. Considero que la mano de obra extranjera que ha tenido la suerte de poder venir a China lo ha disfrutado", afirma Miguel.

Lo que Miguel valora más de su experiencia en China es que sus dos hijos, un niño y una niña, hayan podido recibir una mejor educación y crecer en un entorno seguro y estable. Ambos se adaptaron rápidamente a la vida en el país y se enamoraron de Tianjin.

Debido a los genes chinos, la hija de Miguel tiene una marcada apariencia oriental y habla mandarín con fluidez, por lo que a menudo la confunden con una lugareña. Ella recuerda que el trabajo de su padre implicaba que la familia a menudo se mudara y solo China la hace sentir como en casa.

Después de varios años de formación en China, el hijo y la hija de Miguel fueron admitidos en sus universidades ideales, y ahora están estudiando en Estados Unidos y el Reino Unido, respectivamente.

"Mi bisabuelo salió de China a buscar una mejor vida, y yo llegué a China buscando una mejor vida cien años después. A él no le tocó el desarrollo que a su bisnieto le tocó ver ahora", expresa el piloto con emoción, cuyos dos hijos tienen la expectativa en un futuro de poder venir y poder ejercer su trabajo en China también. La historia centenaria de su familia con China continuará.

 
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ESPECIAL: Los sueños centenarios de una familia sino-mexicana

Spanish.xinhuanet.com 2021-10-27 13:03:54

Tianjin, 27 oct (Xinhua) -- Hace cien años, un cantonés cuyo nombre se pronunciaba como "Lei Hui" partió del sur de China hacia el continente americano a bordo de un velero. Tras varios meses en el mar y arriesgando su propia vida, atravesó el Pacífico y llegó al puerto de Acapulco en México, ubicado a más de diez mil kilómetros de su pueblo natal.

Su nombre chino exacto ya no se conoce, pues al pisar tierras mexicanas recibió otro en español, Joaquín Ley, basado en la pronunciación de su onomástico original.

Sea por motivo de pagar deudas con mano de obra, sea para satisfacer necesidades básicas de la vida, Joaquín Ley echó raíces en una tierra extranjera y lejana en busca de una vida mejor, al final no pudo regresar a su patria, como la mayoría de los trabajadores chinos que eligieron buscar suerte en ultramar.

Casi un siglo después, un piloto mexicano llamado Miguel Ley despegaba y aterrizaba en aeropuertos de todo el mundo en aviones civiles. En 2012, voló a Tianjin, una municipalidad septentrional china, para solicitar empleo en una aerolínea local. Este lugar, que desconocía hasta entonces, terminaría convirtiéndose en su casa.

Miguel Ley es bisnieto de Joaquín Ley. El piloto mexicano nunca conoció a su bisabuelo y solo sabe que murió joven y llevaba una vida dura.

Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del siglo XX, un gran número de trabajadores chinos llegaron a México en busca de oportunidades laborales. La mayoría de ellos trabajaban en ferrocarriles, granjas y minas, o se ganaban la vida de lavanderos o con pequeños negocios de verduras y mercancías.

Muchos chinos esperaban ganar suficiente dinero para viajar de regreso a su patria, pero la mayoría se vieron obligados de quedarse debido a diversas dificultades, se casaron con lugareños y multiplicaron la descendencia. La experiencia de Joaquín es muy parecida.

Como la cuarta generación de la familia Ley, Miguel sintió una calidez y comodidad sin precedentes tan pronto llegó a China. Cuando arribó por primera vez al país en 2012, decidió rápidamente convertirse en capitán de Tianjin Airlines y se mudó a esta ciudad junto con su esposa y dos hijos. Aquí han vivido por 9 años.

Además de su sangre china, el rápido desarrollo de la industria de aviación civil, las buenas perspectivas de carrera e ingresos generosos y estables fueron los principales factores que facilitaron su decisión.

Como capitán de Tianjin Airlines, Miguel conducía aviones entre diferentes países y ocasionalmente con rumbo a México. No sabe en qué momento, pero cuando hablaba de viajar entre México y China, las palabras se convirtieron en "ir a México y regresar a China".

"Ahora, para nosotros, ir a México es tomar vacaciones y regresar a China significa volver a casa", asegura Miguel a Xinhua.

Después del brote de la pandemia de COVID-19, Miguel fue a México por un tiempo. Tras regresar a su trabajo, él y su familia solicitaron los visados lo antes posible. Cuando el oficial migratorio le preguntó qué iba a hacer en Tianjin, respondió: "regresar a casa".

En la actualidad, aunque el mundo todavía está sufriendo de la epidemia y las rutas aéreas internacionales se han reducido drásticamente, Miguel aún puede volar entre las principales ciudades en China manteniendo la pasión por su carrera e ingresos estables. Al mismo tiempo, ha tenido la oportunidad de conocer más sobre el país viajando entre diferentes ciudades chinas.

"Venir a China es la mejor decisión que hemos tomado en la vida", afirma Miguel, explicando que la promoción de un piloto depende mucho del desarrollo de las aerolíneas. En China, un piloto puede convertirse en capitán en menos tiempo porque el rápido crecimiento de toda la industria demanda más talentos.

En China, a medida que aumenten los ingresos de las personas y su disposición a viajar, la demanda de vuelos crece incesantemente. Asimismo, se están completando nuevas rutas, aeropuertos y pistas en varias ciudades.

También se han desarrollado aviones civiles chinos de diseño propio. Todo el progreso de la aviación civil de China ha inyectado más confianza en el desarrollo futuro de Miguel.

"Todo eso es un avance bastante grande y estoy contento de poder participar. Considero que la mano de obra extranjera que ha tenido la suerte de poder venir a China lo ha disfrutado", afirma Miguel.

Lo que Miguel valora más de su experiencia en China es que sus dos hijos, un niño y una niña, hayan podido recibir una mejor educación y crecer en un entorno seguro y estable. Ambos se adaptaron rápidamente a la vida en el país y se enamoraron de Tianjin.

Debido a los genes chinos, la hija de Miguel tiene una marcada apariencia oriental y habla mandarín con fluidez, por lo que a menudo la confunden con una lugareña. Ella recuerda que el trabajo de su padre implicaba que la familia a menudo se mudara y solo China la hace sentir como en casa.

Después de varios años de formación en China, el hijo y la hija de Miguel fueron admitidos en sus universidades ideales, y ahora están estudiando en Estados Unidos y el Reino Unido, respectivamente.

"Mi bisabuelo salió de China a buscar una mejor vida, y yo llegué a China buscando una mejor vida cien años después. A él no le tocó el desarrollo que a su bisnieto le tocó ver ahora", expresa el piloto con emoción, cuyos dos hijos tienen la expectativa en un futuro de poder venir y poder ejercer su trabajo en China también. La historia centenaria de su familia con China continuará.

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