ESPECIAL: Bonsái cubano en tiempos de pandemia
  Spanish.xinhuanet.com | 2021-11-13 01:50:39

LA HABANA, 12 noviembre, 2021 (Xinhua) -- Imagen del 11 de noviembre de 2021 de un hombre tomando una fotografía a un bonsái en la Exposición Nacional de Bonsái realizada en la Escuela Cubana de Wushu y Qigong, en La Habana, capital de Cuba. En Cuba, los bonsái ganan adeptos no sólo como apreciados elementos decorativos, sino además como muestra de la dedicación de los cultivadores, así como de respeto a la naturaleza. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 12 nov (Xinhua) -- El cubano Manuel Paniagua está convencido a partir de su propia experiencia de que cultivar un bonsái ayuda a restablecer la salud y el espíritu, en especial en estos tiempos de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).

Desde hace 18 años, este médico de La Habana se dedica a la milenaria técnica china que consiste en cultivar árboles en macetas y controlar sus dimensiones por medio del trasplante, la poda, el alambrado o el pinzado.

"Después de tantos meses de pandemia, tener la posibilidad de dedicarse a cuidar un bonsái es ideal, porque la persona se estabiliza emocionalmente, duerme mejor, desaparece el desequilibrio de toda una serie de enfermedades", aseguró con firmeza este hombre de 59 años.

Paniagua habló con la seguridad de quien ha vivido todo en carne propia, pues llegó al arte del bonsái después de una severa crisis de salud, en que tres episodios cardiovasculares en 2003 lo pusieron al borde de la muerte, señal de que tenía que darle un cambio a su vida y eliminar el stress de la cotidianidad.

Casi dos décadas después y sin abandonar su profesión médica, se ha convertido en un experimentado cultivador y promotor de las ancestrales técnicas, además de ser miembro activo del Grupo Bonsái Arte Vivo.

En estrecha alianza con la Escuela Cubana de Wushu y Qigong, ahora forma parte de los organizadores de la Exposición Nacional de Bonsái, en la que varios practicantes muestran y comercializan sus singulares obras.

"La pandemia no nos detuvo, aunque complicó en algo la colecta de las plantas, pero el movimiento de cultivadores está más robusto que nunca y tiene expresión en las 15 provincias del país", comentó.

Miniaturas de especies como ficus, cerezos, lichi, almácigo o acerola, por solo citar algunas, conforman la exposición que evidencia la alta maestría alcanzada por algunos de los cultivadores cubanos.

Entre estos cultivadores resulta habitual la conformación de pequeños pero hermosos paisajes, en los que tienen un lugar relevante los minúsculos árboles colocados en rocas previamente acondicionadas.

"Se necesita estudio, preparación y paciencia para dejar crecer a cada árbol y para respetarlo en su forma natural, porque estamos hablando de plantas vivas que requieren condiciones de sol, agua y nutrientes", explicó.

Paniagua señaló, no obstante, que el principal obstáculo que enfrentan hoy en día los cultivadores cubanos del milenario arte es la adquisición de macetas de calidad que permitan lograr un trabajo duradero.

Las tres decenas de piezas de la exposición tienen un marcado acento cubano, al ser realizadas con árboles autóctonos, aunque en ellas además se descubre la lejana herencia china de la técnica.

La apertura de la muestra sirvió para que en la sede de la Escuela Cubana de Wushu y Qigong se inaugurara también la Fuente del Dragón, espacio reservado para la meditación y el recogimiento.

La escuela, ubicada en el corazón del barrio chino de La Habana, es el escenario ideal para la muestra de ese "cultivo en bandeja", la traducción más o menos literal de la voz china "pen tsai" de la que se derivó el vocablo japonés bonsái.

En Cuba, los bonsái ganan adeptos no sólo como apreciados elementos decorativos, sino además como muestra de la dedicación de los cultivadores, así como de respeto a la naturaleza.

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ESPECIAL: Bonsái cubano en tiempos de pandemia

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LA HABANA, 12 noviembre, 2021 (Xinhua) -- Imagen del 11 de noviembre de 2021 de un hombre tomando una fotografía a un bonsái en la Exposición Nacional de Bonsái realizada en la Escuela Cubana de Wushu y Qigong, en La Habana, capital de Cuba. En Cuba, los bonsái ganan adeptos no sólo como apreciados elementos decorativos, sino además como muestra de la dedicación de los cultivadores, así como de respeto a la naturaleza. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 12 nov (Xinhua) -- El cubano Manuel Paniagua está convencido a partir de su propia experiencia de que cultivar un bonsái ayuda a restablecer la salud y el espíritu, en especial en estos tiempos de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).

Desde hace 18 años, este médico de La Habana se dedica a la milenaria técnica china que consiste en cultivar árboles en macetas y controlar sus dimensiones por medio del trasplante, la poda, el alambrado o el pinzado.

"Después de tantos meses de pandemia, tener la posibilidad de dedicarse a cuidar un bonsái es ideal, porque la persona se estabiliza emocionalmente, duerme mejor, desaparece el desequilibrio de toda una serie de enfermedades", aseguró con firmeza este hombre de 59 años.

Paniagua habló con la seguridad de quien ha vivido todo en carne propia, pues llegó al arte del bonsái después de una severa crisis de salud, en que tres episodios cardiovasculares en 2003 lo pusieron al borde de la muerte, señal de que tenía que darle un cambio a su vida y eliminar el stress de la cotidianidad.

Casi dos décadas después y sin abandonar su profesión médica, se ha convertido en un experimentado cultivador y promotor de las ancestrales técnicas, además de ser miembro activo del Grupo Bonsái Arte Vivo.

En estrecha alianza con la Escuela Cubana de Wushu y Qigong, ahora forma parte de los organizadores de la Exposición Nacional de Bonsái, en la que varios practicantes muestran y comercializan sus singulares obras.

"La pandemia no nos detuvo, aunque complicó en algo la colecta de las plantas, pero el movimiento de cultivadores está más robusto que nunca y tiene expresión en las 15 provincias del país", comentó.

Miniaturas de especies como ficus, cerezos, lichi, almácigo o acerola, por solo citar algunas, conforman la exposición que evidencia la alta maestría alcanzada por algunos de los cultivadores cubanos.

Entre estos cultivadores resulta habitual la conformación de pequeños pero hermosos paisajes, en los que tienen un lugar relevante los minúsculos árboles colocados en rocas previamente acondicionadas.

"Se necesita estudio, preparación y paciencia para dejar crecer a cada árbol y para respetarlo en su forma natural, porque estamos hablando de plantas vivas que requieren condiciones de sol, agua y nutrientes", explicó.

Paniagua señaló, no obstante, que el principal obstáculo que enfrentan hoy en día los cultivadores cubanos del milenario arte es la adquisición de macetas de calidad que permitan lograr un trabajo duradero.

Las tres decenas de piezas de la exposición tienen un marcado acento cubano, al ser realizadas con árboles autóctonos, aunque en ellas además se descubre la lejana herencia china de la técnica.

La apertura de la muestra sirvió para que en la sede de la Escuela Cubana de Wushu y Qigong se inaugurara también la Fuente del Dragón, espacio reservado para la meditación y el recogimiento.

La escuela, ubicada en el corazón del barrio chino de La Habana, es el escenario ideal para la muestra de ese "cultivo en bandeja", la traducción más o menos literal de la voz china "pen tsai" de la que se derivó el vocablo japonés bonsái.

En Cuba, los bonsái ganan adeptos no sólo como apreciados elementos decorativos, sino además como muestra de la dedicación de los cultivadores, así como de respeto a la naturaleza.

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