LA PAZ, 15 sep (Xinhua) -- Entre 2019 y 2024, Bolivia ha perdido más de 28,6 millones de hectáreas de bosque y pastizales a causa de incendios forestales, una devastación ambiental que afecta principalmente a los departamentos amazónicos de Santa Cruz (este) y Beni (noreste), reveló este domingo el estatal Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).
Estos datos registrados fueron expuestos por el director del INRA, Eulogio Núñez, quien precisó que el año 2023 el país marcó un récord en la superficie quemada, alcanzando 6,2 millones de hectáreas, lo que resalta la magnitud de un problema que involucra a todos los actores con propiedades agrícolas, desde pequeños productores hasta grandes empresarios.
De acuerdo a los datos del INRA, en 2019 los incendios forestales provocaron la quema de 5,2 millones de hectáreas; en 2020 ardieron 4,9 millones de hectáreas; en 2021 se quemaron 4,1 millones de hectáreas, y en 2022 se registraron 4,4 millones de hectáreas arrasadas.
En lo que va de este año, hasta el mes de agosto, la extensión de territorio quemado llegó a 3,8 millones de hectáreas. Núñez explicó que un 40 por ciento de las tierras quemadas corresponden a bosques, mientras que el 60 por ciento son pastizales, una pérdida crítica tanto para la biodiversidad como para la producción agrícola y ganadera.
"Por tipo de propiedad, cruzando la información histórica, siempre la mayor parte de las quemas están en la mediana y empresarial, luego están las tierras fiscales, luego las tierras comunitarias de origen (TCO)", precisó Núñez a los periodistas en el contexto de los incendios forestales que azotan Bolivia y que ya han consumido este año más de 3,8 millones de hectáreas.
Las estadísticas demuestran que Santa Cruz ha sido el departamento boliviano más afectado, con un 66 por ciento de las hectáreas incendiadas en 2019. Sin embargo, Beni tomó la delantera en varios años posteriores, llegando a concentrar el 70 por ciento de las áreas quemadas en 2023.
La autoridad enfatizó que esta tendencia alarmante refleja la vulnerabilidad de estas regiones frente al cambio climático y las prácticas agrícolas tradicionales, como el uso del fuego para limpiar terrenos, una técnica que sigue generando desastres a gran escala, cuando los chaqueos, práctica tradicional destinada a preparar la tierra para los sembradíos.
Núñez enfatizó la necesidad urgente de cambiar las prácticas agrícolas y ganaderas, promoviendo métodos más sostenibles que no dependan del fuego.
"Estamos viendo cómo el mal uso del fuego está generando enormes pérdidas productivas y daños irreparables a nuestros ecosistemas. Debemos repensar nuestra relación con la tierra y educar a las futuras generaciones sobre la importancia de la prevención", advirtió el director del INRA.
A su juicio, la magnitud del desastre no solo se mide en hectáreas quemadas, sino en la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo que, y podría afectar la seguridad alimentaria de Bolivia en el futuro cercano.
El llamado de Núñez a la acción es claro y dijo que Bolivia necesita adoptar medidas preventivas más contundentes, que incluyan la inclusión del cuidado ambiental en los currículos educativos y la promoción de alternativas productivas sostenibles.
Con un panorama donde las cicatrices del fuego son visibles en gran parte del territorio, dijo que el futuro de la tierra boliviana depende de una respuesta coordinada entre el Gobierno, los agricultores y la sociedad en su conjunto.