HONG KONG, 16 nov (Xinhua) -- Mientras sus líderes se preparan para reunirse en Lima, la capital peruana, con motivo de la 31ª Reunión de Líderes Económicos del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), una pregunta se cierne sobre ellos: ¿cómo puede la región Asia-Pacífico sostener su desarrollo en un mundo lleno de incertidumbre?
Por décadas, Asia-Pacífico ha sido una potencia económica que impulsa el crecimiento mediante la liberalización del comercio y la inversión, la facilitación de los negocios y la cooperación económica y técnica.
El "milagro de Asia-Pacífico" no ha sido sencillo. Se forjó en un entorno de paz, inclusión y cooperación entre diversas economías, cada una comprometida con la prosperidad compartida.
Pero hoy, el mundo es diferente. El aumento de las tensiones geopolíticas, sumado a las perturbaciones económicas causadas por las medidas proteccionistas de Estados Unidos y los intentos del llamado "desacoplamiento" y de la "reducción de riesgo", están ejerciendo una presión sin precedentes sobre la estabilidad y la prosperidad de la región.
El APEC se enfrenta ahora a una decisión crítica: aferrarse a su papel de faro de crecimiento económico cooperativo o arriesgarse a decaer y convertirse en un escenario de conflictos geopolíticos o incluso de una "nueva Guerra Fría".
Al reunir un tercio de la población mundial, más del 60 por ciento del producto interno bruto global y casi la mitad de todo el comercio, Asia-Pacífico no puede permitirse la división. Debe seguir sirviendo de estabilizador y potenciador de la economía del planeta.
Al reflexionar sobre sus logros, el éxito de la región ha dependido de un entorno pacífico y estable, así como de un compromiso compartido de apertura e integración.
Esta base de estabilidad ha creado las condiciones para un rápido crecimiento económico. Gracias a los esfuerzos concertados orientados a mantener la paz y la estabilidad, sus miembros han podido centrarse en prioridades como la mejora del nivel de vida, la creación de empleo y la reducción de la pobreza, lo que, a su vez, ha impulsado economías más fuertes y sociedades más resistentes.
Respetando las diferencias, abrazando la diversidad y buscando objetivos comunes, se ha demostrado que la unidad y la cooperación son cruciales para abordar los retos compartidos.
La dedicación a fomentar el comercio transfronterizo, la inversión y la colaboración tecnológica ha creado un entorno dinámico en el que las economías pueden prosperar juntas. Esta apertura a la integración ha permitido a los miembros aprovechar los puntos fuertes de los demás y obtener resultados beneficiosos para todos.
Asimismo, se ha mantenido un fuerte sentido de comunidad. Los éxitos pasados son testimonio de los esfuerzos colectivos de todas las partes interesadas, y se han construido sobre una base de confianza y beneficio mutuos, inclusión y cooperación. Si la historia sirve de guía, es posible apreciar que la cooperación económica en Asia-Pacífico nunca ha sido un juego de suma cero. Al contrario, ha sido una plataforma para el éxito mutuo y el desarrollo compartido.
El camino a seguir es un desafío. Mientras los líderes del APEC se reúnen en Perú, deben renovar su compromiso de construir una región integrada y abierta que priorice la cooperación sobre la confrontación.