RÍO DE JANEIRO, 5 dic (Xinhua) -- La decisión de Estados Unidos de reafirmar la Doctrina Monroe en su nueva estrategia de seguridad nacional constituye "un retroceso histórico" y "una señal inequívoca de que Washington pretende frenar la creciente autonomía latinoamericana y contener la cooperación con China", explicó a Xinhua el analista Bernardo Rodrigues.
Según el profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Río de Janeiro, el anuncio de Washington representa "la reafirmación de una lógica colonial incompatible con el mundo multipolar actual".
"Estados Unidos insiste en ver a la región como su esfera de influencia exclusiva. Pero América Latina ya no acepta ser tratada como patio trasero. Busca relaciones horizontales, no jerárquicas, y China ha demostrado ser un socio dispuesto a construir vínculos de beneficio mutuo", dijo Rodrigues en entrevista con Xinhua.
Para Rodrigues, la reactivación de la Doctrina Monroe evidencia la dificultad de Washington para aceptar la creciente autonomía latinoamericana.
El documento divulgado por la Casa Blanca señala que el Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, "restaurará la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental" y "hará cumplir" la Doctrina Monroe para "proteger el acceso" de Estados Unidos a regiones y activos estratégicos en todo el continente.
Además, introduce un "Corolario Trump", reinterpretación contemporánea de la doctrina de 1823, históricamente utilizada para justificar la expansión de la influencia política, económica y militar estadounidense en América Latina.
De acuerdo con Rodrigues, la nueva política estadounidense tiene un objetivo explícito: limitar la presencia de China en sectores considerados estratégicos, desde infraestructura y energía hasta telecomunicaciones y minerales críticos.
"Cuando el documento habla de 'expulsar empresas extranjeras' que construyen infraestructura en la región, está hablando de China. Es una postura que desconoce la soberanía de los países latinoamericanos y su derecho a elegir socios que respeten sus prioridades de desarrollo. China ha actuado como un socio confiable y respetuoso, sin condicionar inversiones ni imponer alineamientos políticos", sostuvo.
El académico destacó que la estrategia estadounidense busca condicionar sus alianzas regionales a la "reducción gradual de la influencia externa adversaria", lo cual, en su opinión, representa una interferencia directa en las decisiones soberanas de cada Estado.
"Si un país latinoamericano firma un acuerdo con China para desarrollar puertos, ferrocarriles o redes de telecomunicaciones, Estados Unidos pretende intervenir bajo el pretexto de que afecta sus intereses. Eso es una violación abierta de la soberanía nacional y del derecho al desarrollo", afirmó.
Rodrigues también criticó la instrucción de la Casa Blanca para que diplomáticos y funcionarios estadounidenses prioricen los intereses del sector privado de su país en licitaciones y contratos en América Latina.
"Lo que buscan es transformar a la región en un mercado cautivo, limitando la competencia y obligando a los países latinoamericanos a favorecer empresas estadounidenses, incluso cuando existan propuestas más ventajosas de China u otros socios. Se trata de una presión comercial disfrazada de estrategia de seguridad", dijo.
El profesor subrayó que la cooperación con China ha sido decisiva para modernizar infraestructuras, aumentar el comercio, ampliar la conectividad y promover inversiones en energías limpias, áreas que contribuyen directamente al desarrollo sostenible regional.
"China ofrece financiamiento e inversiones sin imposiciones políticas y con base en el respeto mutuo. Esa es la razón por la cual tantos países de América Latina consideran a China un socio estratégico. La comparación con el enfoque estadounidense es inevitable: mientras China ofrece cooperación, Estados Unidos insiste en imponer restricciones", afirmó.
Analistas regionales señalan que la postura de Washington desconoce la realidad de un mundo multipolar en el que los países latinoamericanos avanzan hacia la diversificación de alianzas y el fortalecimiento de una cooperación internacional basada en el respeto a la soberanía y en el desarrollo compartido.
