RÍO DE JANEIRO, 2 dic (Xinhua) -- La mayor felicidad en la vida de Vitoria Gómes, una joven de 17 años que vive en Manguinhos, una comunidad localizada en el norte de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, es ir a la escuela de danza de su comunidad.
"Somos un proyecto social maravilloso, que influencia a todas las chicas y las invita a conocer el mundo por fuera de la comunidad, ya que todas vivimos allí y no tenemos tantas oportunidades, por eso la escuela nos ayuda a crecer y vivir", explicó Vitoria a Xinhua.
La escuela a la que se refiere es el Ballet de Manguinhos, situada en la favela homónima, y que se ha convertido en uno de los principales programas culturales entre todas las comunidades de esta ciudad de 6.748 millones de brasileños, cambiando el destino de centenas de jóvenes, que en su gran mayoría son mujeres.
La comunidad de la favela Manguinhos. (Captura de pantalla del video).
"El Ballet de Manguinhos me dio la oportunidad de conocer varios lugares como el Teatro Municipal, el Pan de Azúcar, el Teatro Riachuelo", declaró la joven.
Desde hace diez años, esta escuela de ballet se propuso como objetivo alejar de la criminalidad y la violencia a miles de niños y adolescentes, además de ayudar a encaminarlos hacia un futuro mejor, ya sea a través de la danza o incentivándolos a estudiar en la universidad.
"El ballet de Manguinhos fue creado en 2012 por mi amiga Daiana Ferreira, profesora de educación física y bailarina, vecina de Manguinhos. Lo creó para dar clases y sacar de la calle a los niños y niñas que estaban sin hacer nada", explicó a Xinhua Carine Lopes, actual directora del centro.
Ferreira, quien murió el año pasado víctima de la COVID-19 a los 32 años, logró que una iglesia de Manguinhos cediera su patio para poder realizar las clases de danza.
"Ya en la primera semana, había 70 niñas esperando para comenzar las clases. El número de alumnos fue creciendo con el tiempo, con 200 niñas en fila de espera, 250, 300. Tenemos una casa de cuatro plantas y una capacidad de hasta 1.000 alumnos", afirmó Lopes.
Con el tiempo, el proyecto pasó a ofrecer otras opciones además del ballet, como clases de circo, así como también educación sobre la violencia doméstica y de género.
"Utilizamos el arte para generar una transformación social e incluir a los niños en su comunidad, pero como tenemos un espacio muy amplio, organizamos otras actividades, se enseñan cursos de informática y de calificación profesional", resaltó Lopes.
Estudiantes practican durante una clase del ballet. (Captura de pantalla del video).
En tanto que el 98 por ciento de su público es del sexo femenino, el centro tiene un proyecto específico dirigido a niñas y mujeres, focalizado en combatir la violencia doméstica, hablar de igualdad de género y practicar el kickboxing como disciplina de defensa personal.
Manguinhos es una de las favelas más pobres y violentas de Río de Janeiro y suele ser objeto de operativos policiales contra el narcotráfico, lo que impide que los estudiantes de la región puedan ir a la escuela y particularmente asistir al ballet.
"Se pierden cerca de 130 días lectivos por año como consecuencia de estos procesos de seguridad. Es muy difícil llegar aquí, porque hay tiroteos que pueden resultar en balas perdidas y por eso las clases generalmente se cancelan", lamentó Lopes.
Por otra parte, la directora del centro subrayó que aunque el objetivo principal es formar bailarinas, el programa también ayuda a incentivar a las alumnas a seguir con sus estudios.
"Queremos formar artistas pero sabemos que no todas las alumnas que tenemos serán bailarinas, y necesitamos darles otras oportunidades", comentó.
En el centro, según Lopes, "se habla mucho de las pruebas de acceso a la universidad, entonces creamos grupos de estudio para incentivar estos alumnos a querer ejercer otras profesiones, creemos que a través de la educación es posible el desarrollo personal, de sus familias y su territorio".
Otro punto del cual Lopes está muy orgullosa es del potencial que tiene la escuela, a través de la educación, para mantener una baja tasa de embarazo adolescente.
Estudiantes de la escuela bailan en la comunidad. (Captura de pantalla del video).
"Nuestro territorio tiene el índice de desarrollo humano más bajo de Río de Janeiro, por eso necesitamos trabajar esto con nuestros alumnos. Gracias a la cultura y a la educación de casi 3.000 alumnas atendidas, contamos con una tasa de 0,01 por ciento de embarazos", enfatizó la directora.
Para financiarse, el proyecto creó la campaña "Adopta una bailarina", una iniciativa digital que permite que la gente haga donaciones que sirvan para poder comprar ropa o ayudar a conservar el local y mantener vivo el sueño de las centenares de jóvenes bailarinas de poder dedicarse profesionalmente a la danza.