Por Renzo Burotto
SANTIAGO, 16 jul (Xinhua) -- Las relaciones entre América Latina y China están marcadas por una larga amistad y una interdependencia económica basada en la colaboración, el impulso al crecimiento y el bienestar de la población.
Desde hace muchos años, China viene consolidando su integración en el mundo, convirtiéndose en una nación aún más internacionalizada, convencida sobre la importancia de su influencia y rol en la sociedad contemporánea.
Este mes de julio se cumple el décimo aniversario del concepto de comunidad de futuro compartido entre China y América Latina, un período en el que la cooperación económica y comercial entre ambos hemisferios ha crecido a gran escala y se ha hecho más amplia en alcance y más alta en nivel.
Esta idea de crear una comunidad de futuro compartido fue propuesta por el presidente chino, Xi Jinping, durante su visita a Brasil en 2014, con motivo de la cumbre China-Latinoamérica y el Caribe, celebrada en Brasilia para deliberar sobre el presente y futuro de las naciones.
En dicha ocasión, se decidió de manera unánime establecer una asociación de cooperación integral entre la región y China, basada en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común, al tiempo que se anunció la creación del Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), o Foro China-CELAC, abriendo la puerta a un proceso de cooperación integral.
Actualmente, la relación entre China y América Latina se encuentra posicionada sobre sólidas bases que ofrecen una plataforma para una creativa variedad de posibilidades, aún más cuando China se ha mostrado dispuesta a cooperar con las naciones del mundo, brindando una serie de oportunidades de desarrollo, crecimiento y bienestar que los liderazgos de la región no deberían dejar pasar.
Por muchos años, la mayoría de los países latinoamericanos vieron a China convertirse en su primer socio comercial y, para varios, en una fuente importante de inversiones. Pero esto no quiere decir que sea una relación interesada, pues mientras China se convertía en primer socio comercial, muchos países latinoamericanos ya llevaban décadas de amistad y relaciones diplomáticas permanentes con China.
La integración de China con el mundo y su inserción en un planeta globalizado, inicialmente a través del comercio, alcanzó hace más de una década niveles inauditos que impulsaron la necesidad de recalibrar las economías del mundo para comenzar a considerar al gigante asiático como uno de los más grandes actores y mercados de nuestra era.
En tal contexto, la región latinoamericana y China sumaron a su larga amistad, marcada por vínculos diplomáticos, una interdependencia económica cuyo potencial promete entregar beneficios mutuos.
China obtiene los productos que le puede brindar Latinoamérica, mientras que Latinoamérica obtiene, de un viejo y gran amigo, un socio constante y significativo para sus exportaciones, las cuales representan una parte vital para las economías de la región.
Al mismo tiempo, como resultado, las naciones latinoamericanas se pueden beneficiar del acceso a tecnologías de calidad producidas por China, especialmente aquellas necesarias para la deseada transición energética, que ha evolucionado dramáticamente.
Con anterioridad, la tecnología china era vista como una de calidad deficiente y barata. Sin embargo, en la actualidad, China ha priorizado continuamente la necesidad de impulsar y promover con fuerza la innovación y la investigación y desarrollo, especialmente en tecnologías para el desarrollo sostenible.
De esta manera, la tecnología de China ha mostrado y continúa demostrando una mejora en su calidad, liderando sectores como baterías, turbinas eólicas o paneles solares, pero sin implicar un aumento exponencial de sus precios, sino más bien manteniéndolos convenientes y accesibles para Latinoamérica. Y compatibles con las estrategias de desarrollo en la región.
Actualmente, China es uno de los principales socios comerciales de América Latina como proveedor de bienes y capital, además de un aliado estratégico para la transferencia de tecnologías y el desarrollo de industrias como la electromovilidad y las energías renovables.
A modo de ejemplo, países como Chile, que considera al país asiático como un socio económico irreemplazable, debido a la magnitud de exportaciones que envía a China, se ha beneficiado de una de las mayores flotas de buses eléctricos del mundo, con más de 2.400 unidades que representan aproximadamente un tercio del transporte público de la capital, Santiago, solo superada por las ciudades chinas.
Asimismo, la fuerte entrada de capitales chinos en los sectores de minería y energía han demostrado el atractivo para China de invertir en Latinoamérica, como también la capacidad y la confianza necesarias para hacerlo, creando nuevas fuentes de financiamiento para los países de la región.
Sin duda que la inversión en infraestructura es una de las características emblemáticas de la cooperación con China, pero ello no debe sorprender cuando la infraestructura en Latinoamérica ha sido una característica crónicamente deficitaria, incluso en nuestros días.
Por su parte, al menos en Chile, la creciente presencia de centros comerciales y supermercados chinos muestra el interés por importar productos de China al país austral. Y, también, la identificación de una demanda chilena significativa por ellos.
De esta manera, también se ha logrado acercar los productos chinos a la población y, con ello, la cultura de China, con un gran interés por lo culinario y las costumbres del tan lejano país, lo que da muestra de un acercamiento no solo a nivel económico, sino también de los pueblos.
Como reflexión, ambos socios, América Latina y China, representantes del Sur Global, han brindado por medio de su relación un notable ejemplo de cooperación Sur-Sur que aún promete mucho más, según las capacidades de liderazgo que desplieguen todas las partes.
(El autor es historiador por la Universidad de Chile, dedicado a los Estudios Chinos y de Asia Pacífico. Es candidato a magíster por el Instituto de Estudios Internacionales, especializado en las Relaciones Internacionales de la China contemporánea.)
(Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua)