SA KAEO, Tailandia, 24 dic (Xinhua) -- En las primeras horas de una mañana típica en la aldea fronteriza de Sa Kaeo, Tailandia, uno esperaría una sinfonía con el cacarear de los gallos, los pájaros piando y el motor humeante de las motocicletas.
Sin embargo, otro sonido muy diferente domina el ambiente. Las explosiones distantes de artillería y los tiroteos hilan un tenso telón de fondo, manteniendo a los residentes en máxima alerta, que se preparan para buscar refugio en cualquier momento.
La nueva ronda del conflicto entre Tailandia y Camboya ha entrado en su tercera semana. A lo largo de los más de 800 kilómetros de frontera, las escaramuzas militares se producen casi diariamente, generando batallas en múltiples puntos que afectan a siete provincias fronterizas en Tailandia.
Más de 800.000 residentes han visto alteradas sus rutinas diarias, con al menos 60 muertos, entre soldados y civiles.
Estos últimos días se ha producido una escalada significativa en Sa Kaeo. El Ejército tailandés publicó un comunicado este domingo pidiendo a la población residente en distritos como Ban Nong Chan y Ban Nong Ya Kaew que buscaran refugio temporalmente en los centros de evacuación gubernamentales hasta que la situación se estabilice.
En una escuela a 60 kilómetros de la frontera, la autoridad gubernamental ha transformado el campus en un refugio improvisado. Los residentes evacuados duermen ahora en tiendas de campaña y hacen cola en los pasillos para obtener alimentos e insumos básicos. El personal sanitario ofrece servicios médicos esenciales, mientras que oficiales del Ejército patrullan en los alrededores para garantizar la seguridad.
Soponvit, un operario del refugio, compartió que, desde su apertura el 8 de diciembre, el centro ha acogido a unas 800 personas. "Las condiciones están lejos de ser ideales, pero al menos es seguro", declaró.
Han Jimsai, residente local del condado Ta Phraya, rememoró el horroso día de la evacuación. "El fuego de las armas era particularmente intenso. Me escondí en un refugio improvisado, escuchando disparos y viendo las llamaradas hasta bien entrada la noche", relató, expresando su esperanza en una resolución rápida, idealmente, mediante negociaciones pacíficas.
De manera similar, Warangrat, también de Ta Phraya, ha pasado algún tiempo en el refugio. Si bien valora la seguridad, sabe que esto no puede ser una solución a largo plazo. "Todos nosotros necesitamos ganarnos la vida. Yo solía regentar un pequeño negocio, pero ahora no tengo ingresos. El mayor de mis nietos no puede ir a la escuela, por lo que solo puede recibir clases a través de internet. Y el más pequeño necesita leche en polvo, pero no puedo permitírmela (...) Esta es la parte más dura", lamentó la mujer.
No todo el mundo puede dejar sus hogares atrás. Algunos ancianos y residentes discapacitados deciden quedarse. Samon, de 77 años, sigue en Ban Nong Ya Kaew con su hijo. "Cada vez que escuchamos disparos, corremos al refugio que he construido en el patio de atrás", señaló.
Durante los últimos meses, algunos aldeanos de Ban Nong Ya Kaew han fortificado sus casas con refugios improvisados que incorporan tubos de cemento y sacos de tierra, una necesidad habitual tras la primera ola de hostilidades que estallaron en julio.
El voluntario local Somphon controla a un pequeño grupo de aldeanos que decidieron quedarse. Subraya que el sonido de los disparos se ha convertido en parte de la vida cotidiana. Y que los residentes han aprendido ahora a distinguir cuándo el fuego de artillería "sale" del pueblo o "entra" al mismo, decidiendo si refugiarse solo en este último caso. Lamenta, no obstante, que "este conflicto se alarga desde hace demasiado tiempo. No podemos trabajar para sobrevivir. Y estoy quedándome sin dinero para cubrir las necesidades básicas".
El Ejército tailandés informó este martes de que las fuerzas camboyanas habían disparado varias rondas de artillería con proyectiles BM-21, la tarde anterior, sobre la zona residencial de Sa Kaeo, hiriendo a varios civiles. Entre las víctimas estaba Phasinee, que decidió quedarse en la retaguardia para ayudar como voluntaria a su comunidad. El día del incidente, estaba repartiendo comida a los aldeanos resguardados en sus refugios improvisados cuando se produjo una explosión cerca, dejando sus brazos entumecidos temporalmente, por lo que debió ser trasladada de emergencia a un hospital.
El lunes, Tailandia y Camboya acordaron reanudar las conversaciones de alto al fuego en una reunión especial de los cancilleres de la ASEAN, pero los plazos para un cese total de las hostilidades son inciertos todavía.
Actualmente, el conflicto ha escalado más allá de la acción militar, a una rivalidad multidimensional que abarca maniobras de información y diplomáticas de los Gobiernos, con el proceso de alto el fuego bloqueado por varios factores.
Para los aldeanos de la frontera, sin embargo, su deseo es simple: retornar a la normalidad de sus vidas y recuperar una paz perdida durante mucho tiempo.








