BRUSELAS, 5 oct (Xinhua) -- El último movimiento de la Comisión Europea para impulsar su propuesta de imponer polémicos aranceles punitivos a los vehículos eléctricos de batería (VE) chinos, a pesar de las divisiones internas, revela un impulso proteccionista profundamente arraigado que amenaza con socavar décadas de cooperación entre China y la Unión Europea (UE).
En lugar de fomentar la cooperación, estos aranceles corren el riesgo de desencadenar un conflicto comercial que podría perjudicar no solo las relaciones China-UE, sino también la propia ambición europea de una transición ecológica.
La decisión, tomada en medio de discordias internas, ha expuesto la fragilidad del llamado consenso de la UE. Según informa Euronews, 12 Estados miembros se abstuvieron en la votación, cinco se opusieron a la medida y solo diez votaron a favor, lo que desmonta la idea del frente unificado que la Comisión quiere proyectar.
La dura advertencia del primer ministro húngaro, Viktor Orban, de que la decisión podría suponer "el siguiente paso en una guerra fría económica" es un sentimiento compartido por muchos dentro del bloque.
Jukka Kuurma, alto funcionario del Ministerio de Exteriores finlandés, también expresó su escepticismo, señalando que "no hay pruebas suficientes del daño causado a la UE" y cuestionó que los aranceles beneficien realmente a la Unión.
La decisión unilateral de la Comisión Europea de iniciar una investigación antisubvenciones sin denuncias formales de la industria es poco ortodoxa y peligrosamente miope. Sin pruebas claras de que los fabricantes de automóviles chinos hayan causado "daños sustanciales", la acción parece más políticamente motivada que económicamente justificada.
Como han señalado, con razón, la Cámara de Comercio China ante la UE y expertos del sector, una investigación de este tipo está "políticamente motivada e injustificada".
Estas tarifas tendrán consecuencias de largo alcance y serán contraproducentes para la propia ambición ecológica de Europa.
La UE ha establecido un ambicioso objetivo de eliminar gradualmente los motores de combustión para 2035 como parte de su Pacto Verde, y los vehículos eléctricos asequibles y de alta calidad son cruciales para alcanzar este objetivo. El aumento de las tarifas incrementará los precios para los consumidores europeos, haciendo que los vehículos eléctricos sean menos asequibles y dificultando la capacidad de Europa para cumplir sus compromisos climáticos.
Los fabricantes chinos de vehículos eléctricos han liderado los esfuerzos para reducir los costes a través de la competencia en el mercado nacional y mundial, así como de la innovación constante. Su papel en la facilitación de la transición ecológica es evidente, al ofrecer vehículos eléctricos asequibles y de vanguardia a los consumidores de todo el mundo.
China ha demostrado sistemáticamente su voluntad de dialogar y resolver las disputas por la vía diplomática. Desde junio, China y la UE han celebrado más de diez rondas de consultas técnicas y dos negociaciones viceministeriales sobre la cuestión antisubvenciones de los vehículos eléctricos.
Está claro que el camino a seguir pasa por abandonar los aranceles proteccionistas en favor de la continuación de las negociaciones. Incluso gigantes europeos del automóvil como Volkswagen, BMW y Mercedes-Benz han subrayado la importancia del libre comercio y pedido una resolución constructiva de las conversaciones en curso entre China y la UE.
En un momento en que la economía global sigue siendo frágil, ni Europa ni China pueden permitirse los costes económicos y medioambientales de una guerra comercial. La cooperación a largo plazo debe primar sobre el beneficio político a corto plazo si ambas partes quieren salvaguardar su futuro común.