TONALÁ, México, 10 oct (Xinhua) -- La comunidad de El Rosario, en Tonalá, municipio del occidental estado mexicano de Jalisco, guarda celosamente una de las tradiciones artesanales más representativas de la región: el barro canelo.
Esta técnica ancestral, mantenida y transmitida por generaciones, ha encontrado en la familia Pajarito a sus más fieles guardianes, quienes, a pesar de los desafíos que enfrentan, continúan trabajando con la pasión y el orgullo que les caracteriza.
Zenón Pajarito, uno de los hijos del reconocido maestro Nicasio Pajarito, recuerda con reverencia la enseñanza de su padre.
"El barro canelo, su especialidad, es la tonalidad de dos colores en canelo. Este color fuerte es café o color sangre, como se le nombraba. Diluido, es amarillo canario", explica.
Como técnica artesanal, el barro canelo se caracteriza por su coloración distintiva en tonos canela y su acabado brillante. Este tipo de cerámica se elabora a mano con un proceso que incluye la aplicación de capas de pigmento y diseños prehispánicos, combinados con influencias coloniales.
Las piezas suelen ser decoradas con figuras de animales, flores y patrones geométricos, reflejando tanto la herencia cultural como la creatividad de las familias artesanas que la preservan.
El legado de los Pajarito, la familia de artesanos del barro canelo más reconocida de El Rosario, ha sido preservado meticulosamente, manteniendo viva una técnica que, según Zenón, implica una coordinación precisa de pintura, delgado a grueso, que da vida a botellones, cántaros y jarras.
La tradición familiar tiene profundas raíces. Nicasio Pajarito, nacido en 1935, dedicó más de 50 años de su vida a perfeccionar su arte y llevó el barro canelo a exhibiciones en México y el extranjero. Su trabajo fue premiado en múltiples ocasiones, incluyendo el galardón presidencial del Premio Nacional de la Cerámica en 2002.
Aunque falleció en 2020, sus hijos continúan con su obra, asegurando que el barro canelo mantenga su autenticidad y su lugar en la cultura de Tonalá.
José Isabel Pajarito, hermano de Zenón, dijo a Xinhua con evidente orgullo que su familia mantiene un fuerte compromiso con la calidad y la innovación, sin perder la esencia del barro canelo.
"Dijo mi papá antes de que falleciera: no vayan a dejar caer la calidad. Porque a mí me costó muchísimo trabajo estar donde estamos, porque no fue fácil. Cada vez que podía nos decía esto y es por eso por lo que son reconocidas por la gente las piezas de la familia", recordó José Isabel.
Este enfoque ha permitido a la familia Pajarito mantenerse como un referente en la alfarería de la región, adaptándose a las exigencias del presente sin abandonar sus raíces.
A lo largo de las generaciones, el barro canelo ha evolucionado, influido tanto por la creatividad innata de los artesanos como por el contacto con otras formas de arte, como el barroco y el sacro, traídos por los españoles.
"Los indígenas, al ver las pinturas religiosas que llegaron con la conquista, comenzaron a integrar nuevas formas y estilos en su trabajo. De ahí nacen elementos como las palomas abiertas y las hojas que decoran muchas de nuestras piezas", explicó Zenón.
Sin embargo, mantener viva esta tradición no ha sido fácil. La escasez de materia prima, principalmente la tierra necesaria para elaborar el barro canelo, ha puesto en riesgo la continuidad de esta práctica.
Alberto Villa, diputado federal de México por Tonalá entre 2018 y 2024, señaló que el fraccionamiento de las tierras donde se obtenía el barro ha limitado el acceso a los materiales necesarios, lo que demanda acciones de las autoridades de distintos niveles para evitar que la tradición desaparezca.
Primero, sugirió Villa, "los diferentes niveles de Gobierno, empezando por el Gobierno municipal, deben prestar más atención a preservar las zonas donde se obtiene la materia prima para que no se construyan casas, para que no se fraccione y poder seguir conservando este tipo de material".
En segundo lugar, se debe "buscar una denominación de origen donde se marque en la norma y en la ley que este tipo de técnica y su material son única y exclusivamente de Tonalá, específicamente de El Rosario, para poder cuidar su denominación y su origen", agregó.
Para Villa, la técnica de barro canelo es algo muy especial, que rebasa lo típico y tradicional de Tonalá, no solamente por la forma mediante la que se hace, sino por los beneficios que da.
"Los tonaltecas, los jaliscienses, inclusive los mexicanos, cuando probamos un jarro o un vaso de agua que ha sido guardado y preservado en un jarrón con esa técnica, sabemos que tiene un sabor especial y único, algo que inclusive nos trae recuerdos de nuestra niñez o de nuestra misma esencia como mexicanos", evocó.
A pesar de las dificultades, la familia Pajarito sigue adelante. Han sabido adaptarse, buscando formas de innovar sin perder la esencia de su arte.
Zenón lo resume perfectamente:
"La pintura del barro canelo es empírica, algo natural... Mantenemos las pinturas originales de la familia, como nos las enseñó Nicasio Pajarito, con el conocimiento y la experiencia de mis hermanos, y a través de la historia hemos tratado de hacer el barro canelo vanguardista original, pero sin perder la calidad y la autenticidad de la calidad de la familia Pajarito".
La resiliencia de esta familia y su compromiso con la preservación de su herencia cultural son un testimonio de la fortaleza del barro canelo como símbolo de identidad para Tonalá y para México.
La técnica transmitida por generaciones, desde el bisabuelo de Nicasio, Zenón Pajarito, hasta los actuales maestros, ha resistido el paso del tiempo y, a pesar de las adversidades, continúa siendo un faro de orgullo para quienes la practican.
Esta dedicación no es sólo un trabajo, sino una pasión que se ve reflejada en cada pieza que sale de las manos de José Isabel, Zenón y sus otros hermanos. Y aunque el futuro presenta retos, el legado de Nicasio y su familia permanece firme, como una pieza de barro canelo, brillante y atemporal.
