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ENFOQUE: La democracia estadounidense es el colmo de la hipocresía

spanish.news.cn| 2022-11-02 12:21:45|
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BEIJING, 2 nov (Xinhua) -- Los demócratas están financiando las primarias republicanas para intentar lograr la nominación de más candidatos potencialmente vencibles. Los republicanos están transportando inmigrantes a ciudades lideradas por demócratas en protesta por la política migratoria.

Ambos partidos están ocupados intentando manipular las circunscripciones para obtener una ventaja. El expresidente Donald Trump fue investigado por el FBI, mientras que Paul Pelosi, esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, fue atacado en su casa.

Tal drama político, que parece no tener fin en el período previo a las elecciones de mitad de período en Estados Unidos, ha revelado la fea verdad de la democracia estadounidense: las elecciones son espectáculos políticos que engañan al pueblo estadounidense. La llamada democracia es, de hecho, un juego de poder y dinero.

"ESTAMOS JUGANDO CON FUEGO"

Durante mucho tiempo, Estados Unidos ha promocionado las elecciones como la encarnación de la democracia. En ese país, el sistema electoral es un sistema bipartidista en el que el Partido Demócrata y el Partido Republicano dominan el campo político.

El sistema ha intensificado la lucha partidista, lo que ha llevado a la división política y al extremismo en todo el país. En medio de interminables luchas, los problemas pendientes que preocupan al bienestar del pueblo estadounidense, como la violencia armada, el derecho al aborto, la inflación, la COVID-19 y los brotes de viruela del mono, siguen sin resolverse.

Las elecciones de mitad de período de este año no son una excepción, pero se presentan aún más extrañas. Los demócratas están financiando anuncios para apoyar a los republicanos de extrema derecha que consideran más fáciles de vencer.

Según un artículo del Washington Post, en al menos nueve estados de EE. UU., incluidos Colorado, Illinois y Maryland, los demócratas han gastado más de 53 millones de dólares estadounidenses para impulsar a los candidatos republicanos más extremistas.

El artículo revela que Doug Mastriano, el candidato republicano en el estado clave de Pensilvania, tiene una oportunidad real de ganar el cargo debido al nuevo impulso del candidato demócrata a gobernador, Josh Shapiro, quien financió anuncios de Mastriano durante las primarias de ese estado.

"Voy a tener que enviarle una tarjeta de agradecimiento", bromeó Mastriano sobre Shapiro en una entrevista con los medios locales.

La lucha partidista se vuelve más dramática a medida que se acerca la fecha de las elecciones. Desde septiembre, han llegado autobuses llenos de migrantes a la residencia de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris. La semana pasada, Paul Pelosi fue atacado por un asaltante que irrumpió en su casa de San Francisco.

Esta competencia poco ortodoxa entre los dos partidos no tiene nada que ver con los intereses reales del pueblo estadounidense, que cada vez está más molesto con la élite de Washington.

Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac realizada el pasado mes de agosto muestra que el 67 por ciento de los encuestados demócratas y republicanos cree que la democracia estadounidense corre el riesgo de colapsar.

"Estamos jugando con fuego", dijo Richard Gephardt, exlíder demócrata de la Cámara de Representantes. "La democracia es algo frágil", anotó.

UN SISTEMA QUE ENGAÑA A LA GENTE

En su fundación, hace más de 200 años, Estados Unidos eligió como sistema la democracia representativa, de la cual nació el Colegio Electoral de Estados Unidos y que ha sido descrito por The New York Times como "injusto desde el primer día".

Visto desde la perspectiva histórica, la afirmación de que "todos los hombres son creados iguales" en la Declaración de Independencia de Estados Unidos resulta irónica, dado que los hombres blancos disfrutan de privilegios descomunales en el país.

A las mujeres blancas se les concedió el derecho legal de votar en 1920, con la aprobación de la 19ª enmienda. A los nativos americanos no se les concedió la ciudadanía hasta 1924 y su derecho al voto no se reconoció legalmente en todos los estados hasta 1962.

A los afroamericanos se les otorgó el derecho al voto en 1870, pero ese derecho no se realizó plenamente hasta el movimiento de derechos civiles en la década de 1960. Hoy en día, los afroamericanos pobres todavía enfrentan muchos obstáculos, incluso para ir a las urnas. Desde 1870 hasta 2021, desde Hiram Revels hasta Rafael Warnock, Estados Unidos solo ha tenido 11 senadores afroamericanos en el último siglo y medio.

Hoy, los estadounidenses parecen estar empoderados por sus derechos para presentarse a las elecciones y votar. Sin embargo, el sistema electoral estadounidense está esencialmente monopolizado por unos pocos.

Existe una brecha evidente que persiste entre la composición del Congreso y la estructura demográfica de Estados Unidos, y las minorías étnicas todavía están muy poco representadas.

Según las estadísticas publicadas por Pew Research Center, los estadounidenses blancos no hispanos representan el 77 por ciento de los miembros con derecho a voto en el Congreso actual, una proporción considerablemente mayor a su 60 por ciento en la población general estadounidense.

Un tipo de manipulación política estadounidense típica conocida como Gerrymandering juega con los límites de los distritos electorales para crear una ventaja indebida para un partido, grupo o clase socioeconómica específica dentro de un distrito electoral. Lleva el nombre del político estadounidense Elbridge Gerry, gobernador de Massachusetts en 1812, quien firmó un proyecto de ley para crear un distrito partidista en el área de Boston y que se comparó con la forma de una salamandra mitológica.

Los estados de EE. UU. redibujan los distritos electorales una vez cada diez años, en función de los resultados del censo de población, lo que proporciona un vacío legal para que el partido a cargo de un estado se otorgue a sí mismo una ventaja.

La manipulación tiene dos tácticas principales: una por dispersión, diluyendo el poder de voto de los partidarios del partido contrario en muchos distritos, y otra por concentración, aglomerando el poder de voto del partido contrario en un distrito para reducir su poder de voto en otros distritos. A través de tal manipulación, los políticos eligen a los votantes en lugar de al revés.

Por ejemplo, los afroamericanos representan el 27 por ciento de la población del estado estadounidense de Alabama. Después del censo de 2020, el 60 por ciento de los afroamericanos en Alabama fueron asignados a un distrito del Congreso, lo que llevó a una menor proporción de afroamericanos en otros distritos electorales. En consecuencia, fue difícil que sus votos impactaran las elecciones en estos distritos.

La injusticia está muy extendida en el sistema electoral estadounidense. Según un informe publicado por el Centro Brennan para la Justicia de la Universidad de Nueva York en mayo, 18 estados de EE. UU. han aprobado 34 leyes electorales restrictivas desde 2021, lo que podría afectar de manera desproporcionada a los votantes de color.

"Los votantes de color constantemente enfrentan tiempos de espera más largos el día de las elecciones, filas que se verían exacerbadas al reducir las opciones alternativas, como el voto por correo o el horario expansivo de votación anticipada", según el estudio del centro.

"La democracia estadounidense nunca fue diseñada para ser democrática", dijo Louis Menand, profesor de la Universidad de Harvard, en una opinión publicada por The New Yorker en agosto.

"Las tácticas partidistas de redistribución de distritos por dispersión y concentración no son simplemente fallos en el sistema, son el sistema", dijo.

POLÍTICA DEL DINERO

"Hay dos cosas que son importantes en la política (estadounidense). La primera es el dinero y no recuerdo cuál es la segunda", dijo Mark Hanna, quien ayudó a William McKinley a ganar dos veces las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

En las elecciones al estilo estadounidense, los candidatos tienen que gastar una fortuna para aumentar su influencia. Llevar a cabo campañas electorales, lanzar campañas publicitarias y distribuir folletos publicitarios requiere toneladas de efectivo.

Las elecciones en Estados Unidos se han convertido en un negocio de poder y dinero, en el que el proceso de votación es una tapadera para empoderar a los capitalistas. El principio de "una persona, un voto" consagrado en la democracia estadounidense es, de hecho, "un dólar, un voto".

El dinero ganó más control sobre la política estadounidense después de los fallos del Tribunal Supremo en 2010 y 2014, que revirtieron las restricciones financieras y permitieron a las corporaciones y otros grupos externos gastar fondos ilimitados en las elecciones. El expresidente estadounidense Jimmy Carter admitió una vez que Estados Unidos es una oligarquía en lugar de una democracia.

El sitio web estadounidense OpenSecrets afirma que se proyecta que el coste total de las elecciones federales de mitad de período de 2022 superará los 9.300 millones de dólares. Ya se han gastado más de 4.800 millones en las elecciones, lo que sitúa el gasto en las elecciones federales camino de superar el récord registrado por las elecciones de mitad de período de 2018, ajustado por la inflación, de 7.100 millones de dólares.

Después de tomar el poder, los políticos también quieren llevarse una tajada del pastel. En septiembre, un análisis de The New York Times indicó que "al menos 97 miembros actuales del Congreso compraron o vendieron acciones, bonos u otros activos financieros relacionados con su trabajo en el Congreso, o registraron transacciones similares por parte de un cónyuge o hijo dependiente".

Lo que es más perjudicial es la "puerta giratoria" incrustada en la sociedad estadounidense. Muchos políticos y altos funcionarios de EE. UU. provienen del sector empresarial, mientras que muchos regresan a la práctica privada para trabajos bien remunerados después de renunciar o dejar el cargo. Algunos incluso abren sus propias empresas ofreciendo servicios de cabildeo o consultoría utilizando su experiencia en el Gobierno.

"La corrupción en Estados Unidos no proviene de que los funcionarios se metan dinero en el bolsillo", dijo Fred Wertheimer, un abogado y activista estadounidense conocido por su trabajo en la reforma de la financiación de campañas.

"Esto es corrupción sistémica del proceso en sí. Cuando se trata de miles de millones de dólares, gran parte de eso se enfoca en comprar influencia, abruma el sistema y es mucho más difícil defenderse y mantener la representación de los estadounidenses de a pie".

Gary Younge, profesor de sociología de la Universidad de Manchester, comentó una vez que los dólares juegan un papel decisivo en la política estadounidense, afirmando que en las elecciones estadounidenses "no importa por quién se vote, el dinero siempre gana".

En 1863, el Gobierno democrático ideal de Estados Unidos fue descrito por el entonces presidente Abraham Lincoln en su histórico discurso de Gettysburg como el "Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".

Más de 150 años después, la hoja de parra de la democracia ya no puede encubrir la corrupción del sistema político estadounidense.

Kishore Mahbubani, un académico de Singapur, lo expresó mejor en su libro The Asian 21st Century: "los estadounidenses están orgullosos de su sistema político democrático. Pero los hechos muestran que Estados Unidos se parece cada vez más a una plutocracia, donde la sociedad cuenta con un Gobierno del uno por ciento, por el uno por ciento y para el uno por ciento".

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